Lenny Kravitz, en un momento de su concierto.

Lenny Kravitz, en un momento de su concierto. Efe

Música

Lenny Kravitz, el rockero 'cool' y espiritual de la clase media-alta

"Ahora mismo el mundo necesita más que nunca el amor y la unidad", ha lanzado el cantante durante su concierto en el Movistar Arena de Madrid.

David Martín Page
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Hace bastante tiempo ya que Lenny Kravitz dejó de ser una figura musicalmente relevante para acabar convirtiéndose en una marca propia de indudable éxito global.

Y es que en los últimos años no queda mucho de aquel sorprendente músico que a principios de los 90 irrumpió con fuerza en el panorama musical gracias a sus dos primeros y excelentes álbumes ‘Let Love Rule’ y ‘Mama Said’ donde mezclaba con audacia (y sin tapujos) una gran amalgama de influencias clásicas. Ahí tenían cabida desde los medios tiempos al estilo John Lennon hasta el arrebato funk de Sly and The Family Stone, pasando por el groove guitarrero de Jimy Hendrix todo ello enfundado en un tapiz analógico bastante resultón que dio lugar a estupendas canciones como Let Love Rule What Goes Around Comes AroundMr. Cab Driver, Always on the Run, Fields Of Joy, It Ain’t Over Till It’s Over o Heaven Help.

Pero también hay que reconocer que, con el paso de los años su olfato musical y su carisma le han convertido en ídolo de masas facturando grandes éxitos comerciales perfectos para adornar campañas publicitarias y para acercar su (a menudo) inofensivo pop-rock-funk-soul a la clase media alta (y a las más altas incluso) enfundado en un cuerpo que parece no envejecer y que enrojecería al mismísimo retrato de Dorian Gray.

Mientras el resto nos hacemos mayores, el bueno de Lenny luce tableta y cuerpazo a los 60 años (en mayo cumplirá los 61), como si el paso del tiempo no fuese con él y sus videos virales en redes sociales haciendo pesas y abdominales en el gimnasio vestido con botas, pantalones de cuero acampanados y gafas de sol tienen mucho tirón entre el público femenino. Definitivamente, su barroquismo cool parece no tener límites.

Después de llevar siete años sin pisar la península, el neoyorquino se presentó en el Movistar Arena madrileño con su icónico look de rockero fashion 70’s aderezado con sus habituales e impecables rastas, gafas de sol y chupa de cuero torera de flecos a juego. Y además con prácticamente todo vendido, para presentar su gira Blue Electric Light Tour’que lleva recorriendo Europa desde hace algunas semanas y que tendrá dos paradas más en nuestro país, 

Lenny fue directo al turrón atacando el riff rockero de Bring It On y establecer la intensidad del primer tramo del concierto seguido de Minister of Rock 'n Roll que es como el parece sentirse dentro del mainstream en el que reina, el griterío del público ante sus movimientos sobre el escenario así lo confirmaba.

Cuando llegó el sexi funk del single TK421 (si todavía no han visto su delirante videoclip exhibicionista, háganlo, es capaz de resucitar a cualquier muerto y a la vez intimidar físicamente a cualquier humano de a pie) Lenny ejecutaba con facilidad toda su parafernalia escénica, sus característicos movimientos sexys, su go with the flow bailongo y donde también aprovechó para hacerse un pequeño solo de bajo en una tarima construida para la ocasión. Es su show, su banda y si le apetece tocar un poco el bajo en medio de una canción sin venir a cuento, pues lo hace. Para eso es Lenny Kravitz.

 Con Always On the Run vuelta a sus comienzos donde también aprovechó para desplegar algo de parafernalia guitarrera en este icónico temazo que sigue conservando ese aura setentera tan clásica aunque fuese grabada en 1991. Después llegó el comienzo hot y semi-electro de I Belong To You donde el Lenny sensible provocó el mayor griterío hasta ese momento.

 Con Stillness of Heart la cosa comenzó a bajar tras el enérgico comienzo del concierto. Kravitz intentó sin éxito (con su flow y optimismo habitual), que la gente corease el estribillo como si fuese el Hey Jude de los Beatles, pero el público parecía más pendiente de sus movimientos sexys sobre el escenario y su bajada a las primeras filas que por entonar correctamente las frases que correspondían.

El músico neoyorquino parece no dar importancia a estas cosas y destacó a continuación la importancia de "sentirnos muy afortunados de poder estar vivos y no es una cosa que deberíamos dar por hecho. Ahora mismo no hay nada que el mundo necesite más que el amor, la unidad y la comprensión!", proclamó el músico y añadió: "Hoy habéis elegido estar aquí y lo vamos a celebrar con vosotros. Dais todo el sentido a lo que hacemos y por eso os respetamos Madrid!".

A continuación enlazaron dos de las nuevas canciones de su último disco Blue Electric Light comenzando con la soul y soleada Honey donde la voz de Lenny sonó especialmente nítida y potente acompañada de un excelente trío de vientos.

 Después vuelta de nuevo al funk sexi y a la subida general de temperatura con Low seguida de otra de las favoritas del público I'll Be Waiting. Lucecitas por todo el recinto, brazos en alto y disfrute general buenrollero del respetable coreando los estribillos al unísono. Esta vez si funciónó.

A Lenny se le veía muy cómodo sobre el escenario y siguió agradeciendo, en un más que correcto castellano, el haber tenido esta noche a Estrella Morente como telonera y declarando su eterno amor por el flamenco. También aprovechó para presentar (uno por uno y también en castellano) a los nueve miembros que le acompañan sobre el escenario en esta gira donde la espectacular batería Jas Kayser así como su habitual guitarrista Craig Ross se llevaron las mayores ovaciones con diferencia.

Y con la frase "ahora nos vamos a 1991, uno de mis años favoritos!" sonó la intro soulera de la deliciosa y atemporal It Ain't Over Till It's Over en una ejecución impecable y que anunciaba el útimo tramo del concierto, seguida de American Woman, el clásico de The Guess Who y que Kravitz ya ha convertido en propia pese a sus estribillos excesivamente machacones.

Y hay que reconocer que a continuación su megahit Fly Away, con ese estribillo tan pegajoso como el calor húmedo de la costa levantina en verano, sonó bastante bien y contundente con todo el publico coreando al unísono en la que quizás es su canción mas popular y trasgeneracional.

Pero cuando Jas Kayser atacó la intro de batería de Are U Gonna Go My Way se produjo el griterío más ensordecedor de todo el concierto. Y es que sonó tan atronadora y potente como una banda de rock clásico con excelentes músicos puede hacerla sonar. Además a un volumen bastante considerable y se hace inevitable pensar que Lenny podría incluir más canciones rockeras en su repertorio. Desde luego, la excelente formación que le acompaña suena realmente potente detacando la gran pegada y el groove de su excelente baterista.

Pero todavía al músico neoyorquino residente en Las Bahamas le quedaba su último as en la manga. Para ello instó al público a conjurar todos juntos la energía positiva de la noche con su clásico (de aire Beatleniano) Let Love Rule grabado allá por 1989 que sonó de maravilla y que los músicos ejecutaron exactamente como la grabación original en su primera parte para después alargarla hasta la extenuación. Mientras tanto Kravitz se daba un interminable baño de masas y también aprovechó la ocasión para darse un paseo por la grada VIP y abrazar a sus amigos Javier Bardem y Penélope Cruz situados entre el público mientras todo el mundo coreaba el estribillo en un éxtasis colectivo que hacía el cierre perfecto a dos horas de música con un repertorio algo irregular y descompensado pero que siempre deja el poso buenrollero de un Lenny Kravitz que quiere ser más trascendental de lo que su música en realidad puede llegar a ser.