Este pueblo guarda el conjunto de mosaicos romanos más grande de España... y fue descubierto por accidente

Aquiles no vestía coraza. Llevaba pendientes, una túnica ligera y compartía el día a día con las hijas del rey Licomedes, fingiendo ser una de ellas. Su escondite, un gineceo en la isla de Esciros, se convirtió en refugio contra la guerra que lo esperaba.
Ulises, que conocía bien las debilidades del disfraz, mezcló entre collares y agujas una espada. El héroe, al verla, la empuñó sin pensar, y así se reveló su verdadera identidad.
Ese instante, atrapado entre teselas minúsculas, terminó fijado en el suelo de una villa romana enterrada en el municipio palentino de Pedrosa de la Vega. Lo curioso es que nadie lo sabía hasta que un agricultor hizo pasar su arado por encima.
Un mosaico bajo la cal y la tenacidad de un descubridor sin permisos
El golpe seco del hierro sobre piedra detuvo la faena. Javier Cortés se inclinó, apartó la tierra con las manos y descubrió una estructura firme, ajena al cultivo. Al día siguiente, con ayuda de Avelino Palacios, retiró más tierra hasta que apareció una superficie cubierta por cal.
Rasparon con cuidado y debajo se reveló un mosaico. “En un primer momento solo vimos que se trataba de un piso, pues el mosaico estaba cubierto por una delgada capa de cal que impedía su visión. Sospechamos ya, de todas formas, que podía tratarse de un mosaico, y así, en las primeras horas de la mañana del día siguiente, volvimos a La Olmeda con algo para raspar, y comprobamos que, efectivamente, era un mosaico”, contó Cortes años después, según recogió la Diputación de Palencia.

Aquel hallazgo, ocurrido el 5 de julio de 1968 en la finca La Olmeda, no fue seguido por una maquinaria institucional. Durante un año, Cortés costeó los trabajos por su cuenta, hasta obtener el permiso oficial para excavar.
El Ministerio de Cultura reconoció su propiedad del terreno, pero todos los hallazgos debían quedar a disposición pública. Desde entonces, y durante doce años, los mosaicos fueron saliendo a la luz bajo la dirección del catedrático Pedro de Palol.
Los secretos escondidos en los suelos romanos de una villa monumental
No era una simple casa rural, sino una villa palaciega de época bajoimperial con 35 estancias, muchas de ellas decoradas con pavimento musivario. Además, se trata del espacio con mayor superficie de mosaicos romanos conservados in situ en España, y el conjunto fue declarado Bien de Interés Cultural el 3 de abril de 1996.
La villa, construida entre los siglos IV y V, parece diseñada más para el lujo que para la subsistencia. Organizada en torno a un peristilo, con termas, comedores y torres, refleja un alto nivel de sofisticación y poder económico. El nombre de su propietario, sin embargo, sigue sin saberse.
La pieza más llamativa apareció en la sala de recepción, el oecus, con sus 175 metros cuadrados intactos. En el centro de ese ran mosaico, Aquiles ocupa su lugar con rostro sereno, casi infantil, mientras Ulises lo señala con firmeza. A su alrededor, cazadores atacan leones y antílopes africanos en siete escenas distribuidas con una precisión.

Todo está rodeado por una cenefa con retratos encerrados en medallones, alternando rostros jóvenes de mujer y de hombre, y en las esquinas, las estaciones: primavera, otoño, invierno… salvo el verano, que se perdió.
Algunas interpretaciones sugieren que estas caras podrían ser retratos familiares. Otros, como Dimas Fernández-Galiano, defienden que formarían parte de un programa iconográfico relacionado con cultos paganos.
La riqueza decorativa no se limita al oecus. En el conjunto, cada sala es un puzle distinto, con sogas que enmarcan flores, octógonos que contienen cruces, círculos con guirnaldas y diseños que incluyen esvásticas perfectamente integradas en la composición geométrica, como era habitual en la iconografía romana tardía.
La transformación de La Olmeda
La finca, situada en un pequeño pueblo de apenas 280 habitantes, fue donada en 1980 a la Diputación de Palencia. Javier Cortés ya no podía sostener un proyecto de semejante envergadura. A partir de entonces, la excavación y conservación pasaron a manos públicas.
Con el paso del tiempo, se construyó una primera cubierta protectora y se habilitaron pasarelas para hacer posible la visita. Más adelante, el arquitecto José Antonio Abásolo asumió la dirección científica del yacimiento.

En 2009 se inauguró un edificio moderno que permite recorrer los mosaicos en su ubicación original. Un año después, el proyecto fue reconocido con un premio Europa Nostra por su valor patrimonial y su conservación ejemplar.
Y justo en el centro de todo, está Aquiles. No en batalla, no sobre un carro, sino vestido como una princesa, atrapado en un mosaico romano en Palencia que refleja el instante en que su disfraz deja de funcionar. Tan lejos de Esciros como de Troya, pero a solo unos pasos de donde un agricultor decidió que aquel terreno debía ser allanado.
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